El Nicolaus llega el seis de diciembre y deja mandarinas, frutos secos y chocolate para los niños y los mayores que hayan sido buenos, o por lo menos que lo hayan intentado... Es una costumbre del norte y este de Europa. Así que el pobre Nicolaus, después de recorrerse toda Alemania, Holanda, Hungría y yo qué sé qué otro país aún, se da un salto hasta aquí, Madrid en este caso, y nos deja estas cosas tan ricas.
Parece que todos estos niños se han portado bien...
Este fue un desayuno especial, diferente. Empezamos por el chocolate, seguimos con las mandarinas y terminamos con lo habitual, leche y demás acompañamientos.
¡Gracias Nicolaus!
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