
Nos conocimos en Brasil. Sue era australiana y poseía, como todos los británicos o ingleses de las colonias, esa capacidad para encontrar lo gracioso en todas las situaciones y reírse de sí misma. Siempre con la sonrisa en los labios. Siempre dispuesta a encontrar el lado positivo de la vida.
Pasó a formar parte de nuestra familia. Era la hermana que nunca tuve. Pasamos momentos fenomenales en la terraza con una botella (o más) de vino y/o champán (los niños dormían). Fue Sue la que nos descubrió el excelente vino australiano y chileno.
Nunca olvidaré el momento en el que me dieron la noticia de su accidente. Me aferré a los niños como si fueran un salvavidas en medio de un naufragio. Sí, así me sentí. De no haber tenido hijos, me hubiera metido en la cama a llorar por unos cuantos meses. Como sí los tenía, lloré meses y meses mientras seguía la rutina.



Sue, donde quieras que estés, te echo de menos.
Se me han saltado las lagrimas leyendo el recuerdo de Sue. Ausencia irreparable, recuerdo dulce por ella misma y amargo por su desaparición.
ResponderEliminarGracias
ResponderEliminarNo puedo dejar de hacer un comentario a esta parte de tu blog pero eso si, con un nudo en la garganta...
ResponderEliminarPreciosas fotos y palabras que demuestran lo mucho que Sue significó para tí. Me emocionas nuevamente.
Al mismo tiempo, al verlo compruebo que es un orgullo ser amiga tuya y que tus amigos tendremos un huequito en tu corazón para siempre...
E.