Estamos enfermos. Hay que desintoxicarse. No más tele, no más nintendo, no más ordenador.
Los enanos se quejan. Hay incluso lágrimas. Ellos no lo saben, pero se van a sentir mejor. Esto está escrito el 20 de agosto y, efectivamente, así ha sido. Hemos estado más tranquilos, una preocupación, una obligación menos: más tiempo para jugar, divertirse, maquinar, estar con los amigos y la familia.
Quien quiera leer sobre las aventuras newyorkinas de la enana y yo: primer día.
Si nos cuesta a los mayores desintoxicarnos, ya a los pequeños les cuesta el doble. Sociedad de vicios de todo tipo. Deberíamos reflexionar todos y cambiar.
ResponderEliminar¡Ay, Rosée! ¡Qué razón tienes! Pero ¡qué difícil es ir contracorriente! Poco a poco lo vamos consiguiendo.
ResponderEliminarSaludos