
Este es mi hermanín. El pequeñín de casa. De mis padres. Bueno, el tiempo pasa para todos y hoy comienza un nuevo año para él. Hace treinta y tres años, en tal día como hoy, mis padres se pusieron en marcha durante una nevada y el hermanín nació en "la selva de Oviedo" (como le gustaba llamarla para sentirse como Tarzán). Aquí lo tenemos con su nuevo colegui: Chiwaka (o como se escriba). Veo que está en total sintonía con mis enanos...
Bien, hoy no sólo el hermanín ha recibido regalos. Nosotros también. Por fin hemos conocido a la encantadora M. Helos aquí. Una parejita bien avenida. Creo que son una buena combinación. A juzgar por los presentes dados por M. al hermanín, le tiene la medida tomada. Además de encantadora, es tranquila, pausada, reflexiva casi diría. Vamos, que se complementan.


La comida fue excelente, como siempre que cocina mi madre y divertida. La tarta la hice yo, para variar. El hermanín es adicto al chocolate, así que la elección del sabor fue fácil. Decidir qué tarta de las tropecientas mil recetas de pastel de chocolate que tengo es harina de otro costál. La receta aquí.
Por otro lado, nos dieron ganas de colocar tantas velas como años en la tarta. ¡Era suficientemente grande! A veces es fácil contentar a los niños con muy poco:

Podemos apreciar aquí el resultado:

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