Nos las prometíamos muy felices. Teníamos contratado el servicio de acompañamiento de menores para los transbordos y un servicio de taxi la recogería en el aeropuerto de destino para llevarla al campamento.
Llegamos al aeropuerto. Facturamos. Preguntamos dónde hay que pagar el servicio de acompañamiento. United Airlines, la compañía aérea en cuestión, se lava descaradamente las manos. No ofrecen ese servicio, no pueden confirmar nada, no pueden llamar a nadie. Nos dejan literalmente tirados.
La enanita se pone un pelín nerviosa. Respiramos hondo, recorremos mentalmente las etapas del viaje, visualizamos: todo va a salir bien.
Ahí la tenemos en una instantánea robada, pasando su primer control.
A la vuelta pasamos por Segovia, pero esa es historia para otro día.
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Lugar: mi casa.
Momento: somos campeones mundiales de fútbol.
Hora: doce de la noche, me voy a la cama. ¡No!, ¡espera! El móvil está sonando.
El taxista que me pregunta si yo sé dónde está la niña. Me quedo paralizada. Entre que la conexión es horrorosa y el susto que tengo en el cuerpo, no entiendo la mitad de lo que me dice. Por fin consigo articular: no, yo no sé nada y no tengo posibilidades de contactar con ella, porque se fue sin móvil (no estaban permitidos en el campamento).
Me voy derechita al ordenata a ver si algún avión se cayó por el camino. Es un pensamiento estúpido, si hubiera habido accidentes ya me lo habría dicho el taxista, pero no estoy para reflexiones finas.
Una hora después me llama B., responsable de United Airlines. Resulta que la enana se ha puesto a vomitar como si de la niña del exorcista se tratara, por lo que han decidido llevarla al hospital. ¡Que alguien me teletransporte que quiero estar con mi bebeeeeeeeeeee! Me dice que ahorita sale para el hospital y en cuanto llegue llama de nuevo para que pueda hablar con la enana.
Resumiendo, 27 horas colgada del teléfono. Conversaciones con la directora del campamento, la subdirectora (que amablemente se desplazó al hospital y estuvo con la enfermita todo el tiempo), el taxista, B. de UA, la enana en persona. Creo que no se me queda nadie en el tintero. Varias conclusiones:
- Los americanos se portaron de maravilla. Les estaré eternamente agradecida.
- United Airlines ofrece un servicio en su página web que no se traducen en la realidad. Muy mal.
- Hay que beber mucha agua durante los vuelos para no deshidratarse, creo que la enana ha aprendido esta lección.
- Los días cunden mucho más si no duermes.
El pasado finde la recuperamos. Estaba de una pieza, tal vez algo más delgada.Ahora tenemos a los tres calaveras juntos de nuevo. Estamos al completo.
3 comentarios:
sábado, 07 agosto, 2010
Buenas querida Conguito!
Lei tu entrada muy tempranito, y me quede alucinada!
No quiero ni pensar en esas horas,hasta que pudiste saber que tu niña estaba a buen recaudo y se encontraba bien!
Espero no verme en esa situacion nunca...creo que yo hubiera cogido el primer avion y acudir por lo menos a verla!
Me alegro muchisimo del final feliz!!!!!!
Un millon de besos para todos!
Rosa
Pd: Estoy pendiente de que Jose, (es el que se encarga de eso), descargue unas fotos y te mando lo de quitar las manchas no se me ha olvidado.
sábado, 07 agosto, 2010
¡Hola Luna!
No te creas que no se me pasó por la cabeza lo de coger un avión, pero es que no llegaba ni de casualidad a tiempo. Tenía que esperar a por la mañana... vamos que cuando hubiera llegado ella ya estaría en el campamento.
Espero el artículo/correo en manchas porque acabo de descubrir un par de ellas en diversas prendas de los enanos que me parecen bastante difíciles.
Besos
lunes, 09 agosto, 2010
I'm glad the enana's back safe and sound, and that you're off to new adventures. :-)
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