
Ayer tuve la suerte de acompañar a una clase del insti a su visita al Gremio de Artesanos Confiteros.
Me sorprendió lo escondido que estaba. Vamos que si no sabes dónde es, no das con ello. También me sorprendió el tamaño, más bien pequeño. Tal vez sea una falsa impresión y halla salas gigantes que no visitamos. Seguramente será eso.
Al entrar vimos este magnífico mural de un chatarrero-artista del lugar. Desgraciadamente, ya no me acuerdo de su nombre. Sólo existen cuatro obras de él.

Nos recibió don Jesús Merino. Este hombre me resultó fascinante. No me hubiera importado hablar con él un par de horas. Lo que pudimos deducir, es que fue periodista y ahora trabaja aquí.
Los chicos que aquí se forman, son verdaderos artistas. Para ellos el chocolate es como para otros la madera o la piedra, sólo que más rico.
Aquí aprenden no sólo ha confeccionar delicias de todo tipo, siempre que sean dulces, también a presentarlas de manera agradable.

Una anécdota impresionante es la historia de la escultura en chocolate de la iglesia de Valdedios. Una institución, de nuevo pido disculpas por no acordarme de cuál, la pidió prestada. Los transportistas ignoraron las indicaciones de cómo debían transportarla. El resultado:

188 horas de trabajo destruídas. ¿Qué se les ocurrió alegar a los zopencos? "Bueno, está asegurada, ¿no?". Pues resulta que la tienen que recostruir los mismos que la hicieron en primer lugar. Reunir a cuatro personas después de quince años no es fácil: trabajan, tienen familia...
Por que en este sector no hay paro. Los vienen a buscar antes de que acaben la formación incluso. Está claro que los españoles no podemos renunciar al dulce, ni en crisis.

Después de una rápida visita al laboratorio, donde vimos estas monas de pascua, conocimos el museo.

Sinceramente, no me veo yo construyendo nada de esto. No tengo la paciencia, ni la dedicación. De ahí que mi admiración sea aún mayor. El chocolate se deja secar y luego se mete en estas urnas para su conservación, a parte de la temperatura que no es caliente.

de los edificios con tejado, os diré que cada teja tiene que ser modelada individualmente y a mano. Esta reprodución de Santa Cristina de Lena era una auténtica virguería. Los detalles interiores son perfectos.

En estos momentos estaban trabajando en esta otra iglesia, modelando las tejas. Una a una. Sí, ya sé que me repito. Pero, una a una.
Luego fuimos al obrador.

Bajo las indicaciones de Merino, los chicos confeccionaron unas pastas.

El obrador era como el paraíso para mí, con su horno, congelador, nevera, amasador y todo tipo de máquinas. Aprendimos cómo se amasa, extiende, corta, glasea y cuecen las pastas. Además nos invitaron a chocolate caliente...

... y bollería.

O sea, que cuando me den la patada, a lo mejor me vengo aquí y me hago confitera. Aunque iba a ser un cortazo. Los alumnos tienen entre 16 y 19 años. ¡Podría ser su madre!