Hoy es un verdadero día de verano. Hace calor. He subido bañada en sudor al trabajo. No me podía quitar la cazadora, la falda que me he puesto hoy no me hace ningún favor. Mirado desde arriba, es como si fuera un muñeco de nieve, la falda me parte en dos. Supongo que cuando evacue los dos vasos de agua, la leche y el zumo (el desayuno), la perspectiva cambiará... Esta semana he estado a punto de conseguir mi objetivo: deshacerme de la barriga, pero como siempre me he boicoteado a mí misma. Paciencia. De todas maneras se puede decir que me mantengo en el peso, quilo arriba quilo abajo. Viendo a la gente del gimnasio, hasta se podría afirmar que no tengo mal tipo. Considero sano tener un objetivo, tal vez sea un obsesión que ya forme parte de mí. Durante mi niñez por un lado me cebaban, creo que mis padres disfrutaban genuinamente de niños con gran apetito y que comían mucho, por otro lado se reían de mis michelinies y me dedicaban todo tipo de apelitavos que no me dejaban olvidar mi cuerpo. Da lo mismo lo que pese, siempre seré una gorda en mi cabeza. Gracias a eso me mantengo, otros que han disfrutado durante su infancia de la delgadez, cuando son adultos, no parece importarles el rodillo en la cintura o caderas o cualquier parte de su anatomía. Cuando consigo relajarme, cuando va todo sobre ruedas, no me importa la comida. La ansiedad me produce ganas de comer. A medida que mi vida va encajando, que el grado de satisfacción crece, decrece la ansiedad. Otras veces pienso que ya soy muy mayor para esto, cada vez el objetivo es más inalcanzable, ya que los años van pasando. Ya veremos. Ir paso a paso me ayuda bastante.
Este curso pasado ha sido muy duro. Se juntaron varias cosas. Si las enumero no son tantas, tan sólo dos, pero se me hicieron muy cuesta arriba:
- las oposiciones
- los problemas del enano nº2 en el cole.
- Me preparé el primer examen yo solita y encontré todas las actualizaciones de las leyes. De esto estoy muy orgullosa.
- Los niños tuvieron que espabilar e independizarse bastante.