Tocaba dejar descansar este castigado cuerpo mío. En espera que de mamá me encuentre La Celestina, mi próxima lectura, cogí el punto y la cámara. No tenía muchas ganas de pasar frío intentando lo imposible: una imagen congelada de los niños moviéndose. Comencé un nuevo jersey, pero tampoco eso me hizo feliz.
De repente, me topé con esto ante mis narices: mis pies. Bueno, mis botas.
Un resumen muy escueto de mis experimentos.

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