Ayer desempolvamos la enana y yo este clásico.
Lo he visto bastantes veces, pero no me cansa, y desde que las tradiciones navideñas ya no lo son tanto, puesto que las televisiones no han puesto ninguna de las películas típicas de esta época: mujercitas, siete novias para siete hermanos, rodolfo, cuentos infantiles, cuento de navidad en sus innumerables versiones, milagro en la calle 42..., he tenido que coger el testigo.
Es un placer ver esta película. Para empezar, la estética: todo es bonito. Esto ya es un descanso para mis ojos. ¡Qué viva el glamour! Para seguir, cómo trata los temas. Es una pena que nuestro ambiente actual esté tan teñido de la batalla de sexos y las orientaciones sexuales. Casi que tuve que explicarle a la enana que la película no va por ahí porque hoy en día todo está teñido de esa dicotomía, de que si los hombres son mejores o lo somos las mujeres. Tonterías, queridos. Cada sexo tiene su valor y todo él es independiente de con quién se meta uno en la cama que ni quita ni pone nada, es estrictamente personal. Los hombres no son nada sin nosotras y viceversa, lo mismo. Nos completamos, señores y esto es algo que Henry Higgins, un adulto con las costumbres y mentalidades de un niño malcriado, aprende en esta historia.
Pero no la quiero contar. Simplemente, la recomiendo.
Lo he visto bastantes veces, pero no me cansa, y desde que las tradiciones navideñas ya no lo son tanto, puesto que las televisiones no han puesto ninguna de las películas típicas de esta época: mujercitas, siete novias para siete hermanos, rodolfo, cuentos infantiles, cuento de navidad en sus innumerables versiones, milagro en la calle 42..., he tenido que coger el testigo.
Es un placer ver esta película. Para empezar, la estética: todo es bonito. Esto ya es un descanso para mis ojos. ¡Qué viva el glamour! Para seguir, cómo trata los temas. Es una pena que nuestro ambiente actual esté tan teñido de la batalla de sexos y las orientaciones sexuales. Casi que tuve que explicarle a la enana que la película no va por ahí porque hoy en día todo está teñido de esa dicotomía, de que si los hombres son mejores o lo somos las mujeres. Tonterías, queridos. Cada sexo tiene su valor y todo él es independiente de con quién se meta uno en la cama que ni quita ni pone nada, es estrictamente personal. Los hombres no son nada sin nosotras y viceversa, lo mismo. Nos completamos, señores y esto es algo que Henry Higgins, un adulto con las costumbres y mentalidades de un niño malcriado, aprende en esta historia.
Pero no la quiero contar. Simplemente, la recomiendo.