
J. fue mi primer profesor de alemán. Nos conocimos en el curso tandem que hay todos los septiembres en la universidad de Oviedo. Hacía ya unos siete años que no nos veíamos. Él y su familia han venido a pasar unos días con nosotros. Por supuesto, nuestra primera parada fue la playa de Vega.
El sábado tuvimos un tiempo excepcional. Hacía mucho tiempo que no me quedaba todo el día en la playa: me quemé. Creo que es la primera vez que me baño mañana y tarde en el norte. Es una experiencia totalmente diferente al Mediterráneo. La temperatura del agua era 20º, refrescante pero factible. Casi no hay algas y el agua está muy clara. Las olas son tremendos muros llenos de arena que se levantan ante ti y te arrastran. Es muy divertido jugar en ellas o contra ellas, como yo que casi pierdo el bikini en varias ocasiones... ganó el mar por goleada.
Ya que pasamos todo el día allí, había que comer. En Vega hay tres restaurantes y una caseta de helados. Nosotros siempre vamos al "Superman". Hay que darse prisa, porque en días como este al rededor de las tres ya no sirven más comidas. Fue mi héroe quien lo descubrió, no en vano es Superman su héroe preferido...
Los visitantes habituales de Vega son humanos, entre otros bichos. Pero esto no siempre fue así. La playa antes estuvo habitada o al menos visitada por dinosarios. He aquí la prueba:
B., la mujer de J., es una persona que no acepta el compromiso. Le da igual estar sola que acompañada, en su casa o en otra. Como consecuencia, en su presencia, yo también actúo así. Por la tarde, B. tenía muchas ganas de probar la sidra del lugar. En otros países también hacen sidra, pero es diferente. dulce, se toma caliente y tiene menos volumen de alcohol. El problema es que para que la sidra sepa verdaderamente bien hay que tirarla:
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