Puede ser que mi espíritu contradictorio-rebelde me esté jugando una mala pasada. Tal vez por la seguridad que me da tener trabajo fijo. A lo mejor porque nunca nos hemos dado a vivir por encima de nuestras posibilidades (somos hormiguitas). El caso es que me siento segura y escuchar continuamente lo mal que nos va me dan unas ganas locas de gastar. Espero que mi seguridad no sea una falsa impresión...
En consecuencia y cediendo a mis impulsos me fui de trapos. Una de mis prendas favoritas es el vestido. Ponerse un vestido (o una falda) es nuestro privilegio. De las mujeres. Los vestidos son cómodos, quedan bien, ligeros, ventilados, la mayoría de las veces elegantes. Desgraciadamente en invierno el aire frío se cuela debajo de la falda, lo que hacía que sólo me los pusiera en verano. Todo esto ha cambiado. Ahora hay unas medias tupidísimas que impiden que el frío suba por las piernas. La era del vestido ha quedado inaugurada.
Después de arrastrar a mi madre por la mitad de las tiendas de la ciudad, encontramos este pichi maravilloso. Gracias mamá por acompañarme y aguantar estoicamente la paliza...
Me gusta porque es clásico pero con ese toque especial. El color es neutro y muy combinable con todo. No es ni largo ni corto. Ya sé que actualmente todo vale, pero yo no estoy tan desinhibida como otras y no me siento cómoda con alturas muy por encima de la rodilla...
Esta fue mi primera compra y corresponde al sábado 15 de noviembre.
Resulta que mi ansia de gastar dinero aún no estaba enteramente satisfecha. También había visto otro vestido. Este más fashion. No me lo pude quitar de la cabeza. El viernes 21 volví a por él.
Es un vestido muy ye-ye. Supongo que esto de las modas van tan rápido que no podré usarlo más de tres años, sin dar el cantanzo de hortera. Ya veremos. Como lo de pasar frío lo llevo verdaderamente mal, me compré una rebeca.
Esta vez me acompañó mi amiga M. M. tiene un don. Es capaz de detectar la pieza bonita en una pila de ropa que podría valer como mucho para limpiar ventanas. La he nombrado asesora personal de imagen. Cuando yo entro en una tienda sólo veo prendas horribles, M. es como un GPS de ropa bonita y estilosa. Así que tuve mucha suerte de que estuviera libre...
Tenía muchas ganas de comprar una de esas túnicas que se llevan ahora. Esto fue lo que encontré
Por último, necesitaba una blusa blanca. Básica. El blanco y el negro me quedan francamente mal. Parezco enferma. M. me encontró esta preciosa blusa blanco roto de seda que es una maravilla. Una vez más, básica pero llena de detalles. Las lorcitas por delante y detrás, la manga montada en el antebrazo con volante superpuesto, el cruce del escote. Fantástica.
Por supuesto además me compré medias de varios colores (marrón, negro, violeta y gris) para acompañar mis nuevos vestidos. La próxima vez que me aventure a la caza de nueva ropa será en las rebajas.