Antes de seguir con el viaje, tengo que reseñar la visita nocturna que hicimos a Karnak, después de cenar. Por la noche, y bien iluminado como estaba el recinto, todo se había vuelto mágico; el gentío había desaparecido, el tiempo se había difuminado; todas aquellas maravillas estaban resaltadas y ya no se veían las roturas, desconchaduras y demás agresiones del tiempo. Era una visión muy distinta del pleno sol, más cercana a los tiempos pasados, más sugerente.
Los fieles sólo veían su estatua cuando salía en procesión en alguna gran fiesta, como por ejemplo el festival de Opet, cuando se trasladaba al templo de Luxor, a través de una avenida de cerca de 3 Km, que tenía esfinges a ambos lados. En el templo de Luxor era donde simbólicamente el dios consumaba su matrimonio y nacía el faraón. La vuelta se hacía navegando por el Nilo.Todo esto y muchas más cosas escuchamos sentados cerca del Lago Sagrado, en una especie de regreso a aquellos tiempos...
Y ahora sí he acabado con Karnak: hasta el capítulo III

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