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Estamos solos: sin enanitos, churumbeles, pitufos, somos padres huérfanos. En cristiano: sin niños. Parece mentira lo que hace la rutina. Ahora me doy cuenta de que era como un animal yendo a la fuente, sin prestar atención por dónde pisaba. Me había acostumbrado tanto al ritmo diario que no sabía lo cansada que estaba: física y espiritualmente. Me estoy recuperando.
Parte de este programa de recuperación es el ocio prohibido: ir al cine en medio de la semana.
Entre todas las películas que nos atraían, ésta es la que tenía el horario mejor. Un criterio como otro cualquiera para elegir título. Sin embargo, me alegro de esta coincidencia. Al leer la sinopsis del argumento, pensé inmediatamente en The Eraser (el borrador), con Arnold Schwarzenegger. La historia es completamente diferente. Menos mal. The Eraser me gustó, pero resulta que ya la he visto.
Como perogrullada inicial: el tecnicolor ha muerto. Esta cinta es casi, casi en sepia. Ni siquiera la sangre es roja, más bien marronácea.
El protagonista, Samuel L. Jackson, se dedica a limpiar el lugar donde alguien ha muerto. He visto multitud de películas de asesinatos, accidentes, policíacas... todas con cadáveres frescos. Jamás se me había ocurrido pensar en el después. Supongo que me ha sorprendido. Es un punto de vista diferente. Todas las secretarias del hogar (eufemismo brasileño para chacha) y amas de casa deberíamos aprender con este sujeto a limpiar. ¡Qué pulcritud! Los ácaros no tienen ninguna oportunidad frente a él.
Después de una breve reflexión, la catalogaría como cine negro. Con algo de thriller tipo Hichtcock. El director, Renny Harlin, nos envuelve en un estado de nerviosismo a golpe de detalles: la llave en la cerradura, el pomo girando, grifo abierto, sangre goteando, orden meticuloso, primeros planos de ojos, ojos que hablan ... sabes que vas a ser sorprendido, que alguien es el "malo", pero no sabes quién va a dar la sorpresa. Esta parte está muy lograda. La trama también. Se va desgranado poco a poco, con el ritmo justo, también a golpe de detalle. Logra mantener la tensión hasta el desenlace final: este resulta sorprendente. Ahí está el logro del director, conseguir que se produzca verdaderamente al final, diez minutos antes del fin. Porque una vez que todo queda desvelado, el desenlace está cantado. En realidad, no hay malos y buenos, todos tienen algo que reprocharse, es un mundo de grises. Tal vez por eso Renny Harlin ha escogido la estética cuasi-sepia.
Paralelamente al argumento se desarrolla un drama psicológico del protagonista con su hija de catorce años. Este no está muy logrado. Así como la trama principal está bien planteada, los diálogos y reacciones que los protagonistas de esta historia secundaria no me resultaron nada creíbles.
Por último, el elenco de actores me ha gustado muchísimo y la banda sonora me pareció excelente.
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