martes, 25 de mayo de 2010

Martes de Campo en Tazones

3 comentarios
Imprime esta entrada Hoy es fiesta en Oviedo: Martes de Campo. Decidimos ir a Tazones a comernos el bollo, en busca de huellas de dinosaurios.

Para aquellos que no son de la zona, aquí desembarcó el rey Carlos I el 19 de septiembre de 1571. Había mar brava y un habitante del pueblo lo llevó en cuello a tierra firme. Por esto el rey le otorgó un título, creo. Mamá, si estás leyendo esto, ¿cuál era el título?

Tazones vivía de la caza de la ballena hace muchísimos años, cuesta imaginarse a estos enormes cetáceos nadando por aquí cerca... ahora sólo se les ve en tierra firme...

Antes de comenzar nuestra excursión, visitamos la casa de las conchas. Es espectacular y simpática. El paisano que lo hizo tardó la friolera de 20 años en completarla. No hay un solo centímetro sin cubrir: vieras, bigardos, centollo, almejas.... de todo. Y yo me pregunto, ¿tardo todos esos años porque estaba reuniendo las conchas, es decir, tenía que comerse primero el marisco, o porque es mucho trabajo, o una combinación de las dos?

Comenzamos el ascenso hacia Villar,donde está el faro. Este faro es el mejor conservado de la costa asturiana, he leído. Es pequeñín, pero con mucho encanto.Nuestro objetivo era ver las huellas de dinosaurio. La ruta coincide con otra llamada del azabache durante un trecho. Al principio subes 100 mtros. de desnivel en tan sólo 500 mtros. Menos mal que han hecho una escalera de piedras.

El sol pegaba de lo lindo, aunque ya se veían las nubes cargadas de lluvia en lontananza. Vimos muchas florecillas silvestres en nuestro paseo:Una vez superada la subida, atravesamos un bosque de eucaliptos. De repente, el mar se podía ver.Seguimos caminando. La mejor mitad y yo estábamos un pelín escamados. La descripción de nuestro libro y lo que veíamos no coincidía. A veces da la impresión de que los que escriben estos libros de excursiones no han recorrido de hecho estos caminos.

Subimos y ... bajamos, cada uno en su estilo (más bien prehistórico)Atravesamos un riachuelo, ayudados por un puente "antideslizante".En lo alto, nos encontramos un banco. Perfecto para comernos el bollo.Nuestra vista:Comiéndonos el bollo, llegamos a la conclusión de que no podía ser, nos habíamos equivocado. Así que decidimos desandar lo andado e intentarlo de nuevo. Encima comenzó a llover.

Después de varios ensayos y errores, dimos con el camino. La vegetación exuberante había tapado casi por completo el cartel.

De nuevo para abajo, esta vez atravesando hierbas altísimas.¡Sí! ¡Ahora estamos en el camino correcto!La enana piensa que es mejor ir sin zapatos (¡angelito!). Los otros van saltando como animalitos de roca en roca.
Llegamos a nuestro destino, las huellas. Menos mal que están señalizadas porque son difíciles de ver. Vamos que tenemos dudas si vimos erosión, huellas o cualquier otra cosa.

Un minuto de relajo antes de volver a Tazones

3 comentarios:

Tordon says:
martes, 25 mayo, 2010

Las huellas debían ser extraordinarias, pero no menos- por la cara de satisfacción de sus vástagos- que el monumental bocata.

Bss
¡Buen reportaje!

Una pulga más says:
miércoles, 26 mayo, 2010

Precioso Tazones, estuvimos en Navidad, era casi de noche y no capté el detalle de la casa de las conchas. El centollo con el puro... sin palabras.
bsines

Ana H.H. says:
miércoles, 26 mayo, 2010

Sr. Tordon: ¡No eran bocatas, era el bollu! Pero no se lo terminaron...
Fue una excursión bonita y hoy tengo agujetas.
Besos

Pues merece la pena volver a verlo, Pulguilla, es un pueblo con mucho encanto. Los enanos se quedaron con ganas de probar la temperatura del agua.

Besos