El periplo comenzó el sábado 7 del presente mes. Me figuro que todos los alemanes deben ser medio ingenieros. Yo no hubiera conseguido meter todo en el coche:
- cuatro pares de esquí en la baca
- dos pares dentro
- todos los palos (12)
- seis pares de botas de esquiar
- tres maletas
- cuatro cascos
- una caja con comida
- doce litros de leche
- seis personas.
Después de unas cinco horas de viaje, ya veíamos el objetivo:
Llegamos y no podía ser mejor: acababa de caer la nevada del siglo, el cielo se estaba despejando, anunciando una semana de nieve y sol, sin viento. La perfección. Desgraciadamente, eso no existe. Primer día, domingo, en la primera hora, una loca descontrolada desestabiliza a mi mejor mitad y este pierde el equilibrio, cayendo sobre una placa de hielo. Resultado: rotura del húmero.
Menos mal que el tiempo acompañó y la semana le sirvió para relajarse...
Los demás seguimos esquiando:
Otras actividades: comer, dormir, ir a la piscina, hacer la tarea.... y, como no, jugar con el teléfono móvil.
Me encanta la montaña. Yo comencé a esquiar ya bastante mayor, con trece años, así que mi estilo no es nada bonito. No importa. Cuando estoy en lo alto de la cima me doy cuenta de lo pequeña e insignificante que soy, se me olvida lo cotidiano:
- que al Madrid lo golean, vale
- que el Barcelona gana, a mí plín
- que a Garzón lo destapan, me deja fría
Esta es mi preferida:
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