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¿Para que arriesgarse a leer libros nuevos, habiendo tantas y tan buenas obras en nuestra literatura? La literatura española es rica en clásicos.
Ha sido un placer leer el Cantar de mio Cid. Al principio tuve miedo. Pensé que sería muy difícil, casi incomprensible. Me equivocaba. Es verdad que mis conocimientos de francés (a principios del siglo XIII compartíamos algunas estructuras gramaticales con este idioma) y portugués me han ayudado, junto con las notas aclaratorias del editor, Alberto Montaner.
Esta historia está escrita en un lenguaje muy bello, fuertemente plástico y dinámico. No sólo eso, sino que nos ofrece un cuadro vívido de las costumbres de la Edad Media, cómo se hablaba, cómo se obraba, cómo se vestía, cómo se vivía. De repente está claro ante nuestros ojos la Reconquista y lo difícil de la empresa teniendo en cuenta las distancias y la poca población.
La lectura del Cantar me ha producido una gran nostalgia de este tiempo pasado, donde el protocolo estaba bien establecido y todo el mundo sabía lo que se esperaba de él. Hoy en día impera el todo vale y me hace sentirme un poco perdida.
La figura del Cid es extremadamente atractiva. Es el compendio del buen comportamiento, válido para todas las épocas. Es honesto, valiente, generoso, justo, comedido, buen padre, buen marido, mejor compañero, inteligente.
Tenemos la idea de que en la Edad Media no se valoraba la escritura ni la cultura, sólo la guerra. Sin duda había una gran pobreza y la mayoría de la gente empleaba su vida en sobrevivir. Sin embargo, hombres inteligentes siempre ha habido que han comprendido la importancia de la cultura como Carlomagno, Alfonso X el Sabio, Don Juan Manuel... y por supuesto el compositor de este maravilloso Cantar, que por suerte ha llegado casi íntegro hasta nuestros días.
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