martes, 21 de julio de 2009

Nuestro primer día en la gran manzana

3 comentarios
Imprime esta entrada Esta es Jupiter, una de las gatas de B. La enana me dice que se dedicó a saltar por encima mío mientras dormía...

Llueve. Diluvia. No nos dejamos impresionar. Nuestra anfitriona y amigísima B. vive en Queens. Lo primero es el desayuno: bagels. La enana y yo elegimos bagel con dos huevos (en forma de tortilla). Debían ser huevos de oca, porque dos de estos son como media docena de huevos ovetenses. Todo es más grande en los Estados Unidos.

Queens es un barrio muy judío. Me doy cuenta de que no tengo ni idea de esta religión. Por fin me entero de lo que quiere decir kosher. Resulta que la comida debe ser preparada según las reglas de la Torah y supervisada por un rabino. No se pueden mezclar productos lácteos con carne, de manera que hay restaurantes kosher lácteo, restaurantes kosher carne, supermercados kosher lácteos y supermecados kosher cárnicos. Muy complicado. No comen sandwich de jamón y queso, pizza con jamón, quiche lorraine... Además las mujeres muy ortodoxas no deben mostrar su cabello. Para evitarse complicaciones, se rapan la cabeza al cero... y se ponen una peluca.

Primera parada en Manhattan: Macy's. La enana necesita zapatos apropiados para caminar en la lluvia. No los encontramos aquí. Lo que sí encontramos son unas escaleras mecánicas de madera!
Ya tenemos zapatos. ¡A patear! Nos vamos al City Hall. Tiene un jardincillo delante muy bonito.
Uno podría pensar que en Manhatan no quedan metros cuadrados sin construir. Pues no es cierto. Se construyen rascacielos y bastantes. No sólo para oficinas, también para viviendas. Es sorprendente ver cómo se construye. Lo comienzan a recubrir por abajo cuando todavía no está terminado por arriba. ¿Quién sabe? Tal vez hasta lo utilicen antes de finalizarlo.
Nos vamos al Brooklyn Bridge.
Este puente tiene mucho encanto. A lo mejor es porque los neworkers lo usan habitualmente para pasear, correr, andar en bici. Desde aquí se puede ver la silueta de los rascacielos más emblemáticos, pero la niebla los escondía. Lo que la niebla no consigió ocultar fue la estatua de la libertad:
Cosas de la perspectiva y de la fotografía: parece que está flotando sobre los árboles.

Pasamos por la zona cero. Todo el mundo sabe lo que estaba haciendo cuando se enteró de los atentados del 11 de sept de 2001. B. y yo nos lo contamos. Me doy cuenta de lo duro que fue para ella y todos los newyorkers. Ahora ya no hay agujero, dentro de poco los nuevos rascacielos comenzaran a despuntar.

Este es el cementerio de la Saint Paul's Chapel, una igliesita que resistió el envite a pesar de estar en frente a las torres gemelas. Ahí sigue. Llueve, las gruas y máquinas se mueve y todo es bastante triste. Es aquí donde los bomberos, la policía y los que ayudaban venían a rezar, descansar, llorar, comer, dormir...
Es hora de hidratarse. Hoy me siento aventurera, aunque no me gusta probar cosas nuevas habitualmente y me animo a beber este brebaje extraño. Es té con leche de almendras. Esas bolitas oscuras y sospechosas son tapioca. Obsérvese la paja. Es muy ancha. Cuando bebes, la tapioca se cuela por ella y acaba en tu boca. Es sorprendente, un poco como la tónica schwepps: hay que acostumbrarse. A la enana no le gustó nada.
Visitamos el barrio chino después de comer. Me fascinan las farmacias chinas. Me compro un té para mis alergias, los ojos me pican tanto que quiero arrancármelos.
Vimos una set de rodaje. Este fue el primero de unos cuantos.
La policía montada... en magníficos caballos.
Encontramos la laca de uñas especial para artistas. Los pinceles son finísimos por lo que se pueden hacer diseños más trabajados. La enana tiene dificultades para elegir los colores. "Sólo" podía comprarse diez lacas.
Por último el distrito financiero: Wall Street. Aquí es donde todo sucede. Aquí se deciden las crisis y las remontadas. Vuelve a llover bastante, pero no nos podemos ir sin hacernos una foto con el toro. La historia es bastante graciosa.
Esta escultura inmensa fue un regalo de navidad del artista Arturo di Modica a la ciudad el 15 de diciembre de 1989. Es graciosa porque la atornilló al suelo sin que nadie se diera cuenta por la noche. Y es que el toro es de bronce y pesa 3.200 kg. Tuvo que ser una acción muy coordinada y ciertamente no barata: Arturo di Modica se gastó 360.000 dólares en hacerla y colocarla. A lo habitantes de la ciudad les encantó y protestaron cuando las autoridades la retiraron. La colocaron de nuevo aquí y la fuimos a ver.

Vaya, ahora que se me empezaban a secar los pies, llueve de nuevo. Nos vamos a casa. Mañana más.

3 comentarios:

N. Matsuda says:
jueves, 20 agosto, 2009

A mi tampoco me llama mucho la atencion de esas bolitas en el cafe! Creo que tengo los gustos de tu hija.
Espero sigas contandonos sobre las vacaciones!
Besos.

Ana H.H. says:
jueves, 20 agosto, 2009

Hola Lunatica! Tus vacaciones tampoco estuvieron mal! suenan muy completas. Iré contando poco a poco. Mañana más.
Besos.

Una pulga más says:
sábado, 09 enero, 2010

Congui no había visto vuestro viaje por capítulos sólo aquella foto en la que estáis preciosas las dos, me pongo ahora a disfrutar de New York a través de tu cámara y tu relato.