Primera parada: parque San Francisco. En la parte superior, donde antes todo estaba dedicado a juegos infantiles, ahora hay un circuito para hacer gimnasia, supongo que pensando en la tercera edad y en la pirámide de población. Pero todos podemos disfrutar de esta genial idea. Está super bien. La verdad es que los que lo hayan ideado han estado muy acertados. En vez de pesas, como en el gimnasio, se levanta el peso del propio cuerpo. Los enanos se lo pasaron en grande.
Nada más ver los artilugios se lanzaron a la aventura. No eran máquinas de gimnasia, eran barcos, aviones, tanques... La alegría de moverse era plena. Los rostros se iluminaron, la fantasía se desencadenó. Durante la infancia el movimiento corporal siempre es fuente de satisfacción y alegría. Mucha gente olvida este placer tan fácil de disfrutar. Está el coche, el sofá, la butaca en el trabajo, la cama... Tentaciones aparentemente más agradables, pero engañosas. El cuerpo se entumece, el humor y hasta el alma también.
Una vez probados todos los instrumentos, comienza la fase de investigación:
Siguiente parada, el paseo de los Álamos, comprar un helado y vuelta al ruedo de escaparates. De eso tenemos mucho en la ciudad, por todos lados, pero sobre todo por el centro. Me encanta ver tiendas cuando están cerradas. No hay gente, ni posibilidades de comprar. Simplemente se trata de recrear el ojo, o escandalizarse a tope.
Luego nuestra ruta preferida: calle Argüelles y Jovellanos para entrar en la plaza de la catedral y de lleno al Oviedo antiguo, por la calle de Mon, plaza Trascorrales (que pena que nos hayan quitado la rula del pescado), plaza de la constitución, fontán y pa' casa.
Pero, ¡qué bonita es nuestra ciudad!
Luego nuestra ruta preferida: calle Argüelles y Jovellanos para entrar en la plaza de la catedral y de lleno al Oviedo antiguo, por la calle de Mon, plaza Trascorrales (que pena que nos hayan quitado la rula del pescado), plaza de la constitución, fontán y pa' casa.
Pero, ¡qué bonita es nuestra ciudad!
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