La lluvia

Imprime esta entrada Hace un año tejí este chaleco para mi niña. Miento. Lo acabé pero no lo rematé. Esto lo hice hace una semana. El modelo es de una revista francesa. Me pareció original y atemporal, ideal para poder ponérselo siempre sin que se pase de moda, como nunca lo ha estado... Primero confeccioné uno para mí. Tuve mucho éxito. A mi cuñada le encantó, así que le hice otro a ella. A mi niña tanbién le gustaba mucho y como aún me sobraba lana, decidí tejerle uno. Ha pasado demasiado tiempo. Casi he tenido que pedirle de rodillas que lo estrenara. No me extrañaría que acabara hecho una pelota en el fondo del armario... Eso es lo que pasa cuando no acabas las labores. Lo gracioso es que todavía tengo lana. Si alguna vez acabo las chaquetas para los enanos en las que estoy, completaré en conjunto con un gorro y unos mitones.
Hoy llueve. Con la lluvia ha llegado el frío. Ayer el sol quemaba tanto que me quería quitar los pantalones de camino a casa, después del trabajo. Hoy esta gris y húmedo. La melancolía me invade. Ya echo de menos al sol.

Durante todo el mes ha habido una queja colectiva: ¡pero dónde está el invierno!. ¡Qué equivocados estábamos de desearlo! Por delante nos queda la oscuridad, la lluvia, el viento, el granizo quizá. Nos quedan las largas tardes en casa. Nos queda la palidez de la piel, la pesadez de la ropa. Nos queda el sol frío y las nubes grises. ¡Qué tristeza!

Sólo hay una salida: que las temperaturas caigan más y que la nieve caiga. Que podamos subir a esquiar todos los fines de semana desde diciembre hasta mayo. Que las estaciones de esquí se llenen de nieve. Que podamos elegir a dónde ir en la semana blanca. ¡Eso sí que estaría bien!. La nieve da luz al invierno. Lo gris desaparece. Es un paisaje precioso en los días claros, la nieve blanca, el cielo azul y el sol brillando.