- Mi intención era comprar una guía de Lisboa y estudiármela. Me dijeron que no era necesario y me lo creí. Craso error. Un viaje no preparado es casi un viaje en balde. Pienso que no se puede apreciar verdaderamente lo que se ve, además se dejan de visitar sitios por ignorancia.
- Quedarnos en casa de un amigo. Él y su pareja fueron muy amables. Se lo agradezco sinceramente. En el futuro lo evitaré. Ir a un hotel de más independencia y se pierde menos el tiempo porque no hay obligaciones para con nadie.
- Debería de haber planeado alguna actividad de interés para los niños, como visitar el jardín botánico. Se quejaron y tenían razón.
La Alfama es un barrio muy pintoresco, encantador, este es el escaparate de un restaurante de la zona:
Las vistas que ofrece sobre la ciudad y el Tajo son impresionantes. Es una pena que esté tan mal cuidado, hay graffittis por todas partes. La impresión general es que falta dinero, hay que rehabilitar muchos edificios.
Otra cosa es el castillo. Este sí está restaurado o mejor dicho, recostruído, después de los muchos terremotos sufridos por la ciudad debe ser una interpretación de lo que una vez hubo.
Al entrar en el Castillo nos encontramos la estatua de don Alfonso Henriques o Alfonso I de Portugal.
A la izquierda se podía ver el puente de 25 de abril, como el de San Francisco, el Tajo, la plaza de Comercio y el barrio de la Baixa.
¿Qué es un castillo sin cañones? En Lisboa hay un Cristo Rey como el de Río de Janeiro. En realidad está en la ciudad de enfrente, Almada, cruzando el río.
Más a la derecha las ruínas del convento de Carmo, detrás del ascensor de Santa Justa en el barrio del Carmo.
El Panteón Nacional, donde están enterrrados varias personalidades del país, escritores, presidentes, cantates...
Todas estas vistas también se pueden ver desde la torre de Ulíses. Es la más alta del castillo y, desde dentro con ayuda de un periscopio, se puede ver la ciudad en rededor: 360º. Es una construcción impresionante. Parecen fotos, pero es en el momento, se ven los coches pasar, la gente moviéndose, los barcos en el Tejo. Nos gustó mucho.
No sé quién este señor, pero era un magnífico sillón...
Como las estatuas eran pocas el enano nº 2 se puso en pose "descubrimiento":
El tiempo fue cambiante. Pensé haría más calor, considerando que estábamos tan al sur, casi a la altura de Alicante. Había mucha humedad, nos sobraba casi todo.
En Lisboa todavía hay tranvías. Modernos y antiguos. Existe una línea, la 28, que recorre la parte antigua. También los hay para turistas. Como este:
Me hubiera gustado ir en uno de estos. La línea 28 es amarilla y va tan llena de gente que se nos quitaron las ganas. No me gustan los apretujones ni la aglomeraciones.
A las 6 los niños estaban agotados, así que cogimos un autobús turístico para dar una vuelta por la ciudad. Es una manera práctica de ver mucho en poco tiempo. Vimos la parte más moderna por la Avenida de la Liberdade y muchos sitios más. Hay cantidad de edificios de estilo Art Nouveau. Mi preferido. Una vez más, necesitan cuidarlos.
Para rematar, cruzamos el Tajo en barco para ir a cenar. La idea era ver Lisboa desde Almada, pero las ventanas estaban francamente sucias y no pude apreciar nada. Los niños estaban muy cansados y ya no les interesaba. Nos llevaron a una marisquería. Me recordó mucho a los restaurantes en Brasil: servido en bandejas de metal, abundantísimo y muy barato. Pedimos una mariscada (35 €). Preparan las gambas de otra manera: cocidas en vino y sin ajo.
y una parrillada de pescado (22€). Según ellos es para dos. Cuatro personas hubieron quedado satisfechas...
Lo malo es que nos trajeron el pescado con sus espinas y la sepia con tinta y cáscara (esa que se encuentra a veces a la orilla de la playa). No se puede tener todo.
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