domingo, 5 de octubre de 2008

Fin de Semana

0 comentarios
Imprime esta entrada El viernes alquilamos otra película con Paul Newman: La Cortina Rasgada. En realidad yo tenía confundidas en la memoria ésta y El Premio. Las dos tienen el mismo protagonista, se desarrollan durante la guerra fría y aparece Alemania Oriental y la Europa septentrional. No sólo me pasó a mí, mi madre también las había fundido en una... Ahora que las he vuelto a ver me doy cuenta que ahí se acaban las similitudes. El Premio está tratada en clave de humor, el protagonista es un borrachín simpático que consigue salir victorioso de todas las trampas y peligros. En La Cortina Rasgada, de Hitchcock, hay mucha tensión. Sin sangre, sin disparos apenas, sin efectos especiales casi, pero mucha tensión. Hitchcock hace que sintamos la angustia de vivir atrapado en un país, encarcelado por tu propia gente, retrata la valentía de héroes anónimos capaces de sacrificar su seguridad y vida para ayudar a escapar a los demás. Si lo pienso no me entra en la cabeza cómo un grupo de gente se arroga el derecho de decidir por todos, dónde pueden vivir, en qué pueden trabajar, a dónde pueden viajar, qué pueden comprar, incluso qué deben pensar y sentir... Sólo tuve una dificultad con este film: no me imagino a Paul Newman como gran científico físico - nuclear, aunque lo hace muy bien, simplemente me pesa los otros papeles que ha interpretado. Personalmente, creo que una vez que un actor nos gusta, la tendencia natural es querer saber todo sobre la persona, pero lo mejor es no saber nada para que su vida personal no interfiera en nuestra percepción del personaje.
El sábado tocaba partido de fútbol del enanín. La hora tremenda, pues era a las 14:15. Espero que haya sido una excepción, porque te parte por el eje. Lo que se hace por los enanos... Ahí lo tenemos, en acción sobre la pista. El muchacho va para pichichi: de tres goles que metió nuestro equipo, él hizo dos. ¿Qué puedo decir? Orgullo de madre. Todavía tienen mucho trabajo por delante para actuar como un equipo. Pero hay esperanza, después de cinco entrenamientos más o menos se nota una mejoría. Más nos vale porque nos metieron una paliza: 13-3. El entrenador dejó jugar a todos, independientemente de su efectividad en el campo y esto me gusta mucho. También hay una diferencia con el fútbol de los mayores, el juego fue mucho más limpio. La verdad es que el campo es grande para diez jugadores, sudaron de lo lindo... Iremos viendo la evolución del equipo.
Antes de volver a casa hicimos unas compras: comida y calcio para Kika, la tortuga de la enana. Nos encontramos con este panorama de helados. No pudimos resistir. La dificultad estaba en elegir el sabor: de cookie, de avellana, de nutella, de oreo, de nata... Cada uno eligió un sabor diferente y estaban todos deliciosos ¡tan cremosos!
Para completar el sábado y hacerlo aún más redondo, mi héroe y yo alimentamos a las fieras, les pusimos un DVD (School of Rock) y nos fuimos a ver Tropic Thunder. Aunque detesto ir a carreras en el fin de semana, acabamos saliendo tarde y nos perdimos unos minutos del principio. Como me gusta ver la botella medio llena, me consuelo pensando que me salté la publicidad. Esta película se resume fácilmente: Hollywood riéndose de sí mismo. No dejan títere con cabeza: los actores, los productores, los directores, los agentes, la Academia, ridiculiza a todos. Es una característica de los norteamericanos: les gusta reirse de sí mismos. Los europeos nos tomamos demasiado en serio. La película es brutal con toda esta gente que soporta la industria cinematográfica. Sin embargo y a pesar de la cantidad ingente de explosivos y sangre, casi no hay muertos. Sólo uno. Tiene golpes muy buenos. Como lo definió mi media naranja, es entretenimiento puro. Si tengo que ponerle un pero, diría el lenguaje soez que se estila durante toda la película. Me molesta bastante, pero supongo que es parte de la sátira, pues por lenguaje de este tipo ya te censuran por esos lares. Conclusión: a recomendar.
El domingo, después de clase de tenis y misa, nos fuimos a comer a Los Italianos. Es un restaurante muy agradable. Todo está riquísimo y a un precio muy bueno. El servicio es agradable y además la pizzera es muy simpática y aguanta estóicamente a los niños que la observan atentamente. Casi diría inquisitorialmente. En nuestra opinión sirven la mejor pizza fuera de Italia. La pasta también está para chuparse los dedos y el tiramisú no puede faltar.

En resumen, un fin de semana muy conseguido. Hubiera sido perfecto si al volver del restaurante no nos hubiéramos encontrado el piso sin electricidad. ¿Qué había pasado? Pues que se me ha estropeado el horno. No sé si podré sobrevivir... Yo no entiendo la vida sin horno. ¿Por qué me tiene que pasar esto a mí? Estoy muy decepcionada con la tecnología alemana. Mi primera lavadora, AEG, nos dejó colgados. Nuestro antiguo coche, VW, también. Y ahora el horno: Siemens. No sé porqué tiene tan buena fama... Esta mañana volvía a funcionar, pero yo tengo el miedo en el cuerpo de que me deje tirada en el peor momento. Ya he avisado al servicio técnico. A ver si muestran un poco de la cacareada eficiencia alemana... Tendré que buscar recetas que no necesitan este aparato, como por ejemplo, tocinillo de cielo.

0 comentarios: