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Anoche estrené mi nuevo disco duro externo viendo esta película. Pensé que era una comedia de reír a mandíbula batiente. Me equivoqué. Es un drama con algún golpe de humor. De hecho, lloré como una magdalena. ¡Qué bien sienta una buena llorada de vez en cuando! Como consecuencia de esta descarga emocional, se me olvidó llevarme el móvil (que uso como despertador) a la cama. Esta mañana tuve suerte pues me desperté espontáneamente a las ocho menos diez. Nos tuvimos que dar prisa, pero lo conseguimos: los niños no perdieron el autobús y yo llegué a tiempo al trabajo. Estos veinte minutos más de sueño me han venido de perlas, estoy fresca como una lechuga.
A lo que nos ocupa. Esta película no es nada original. Ya he visto unas cuantas sobre este tema. Básicamente se resume al Carpe diem, lema puesto de moda por El Club de los Poetas Muertos. Es un recordatorio de que el tiempo que tenemos es limitado, hay que aprovechar la vida al máximo, dándonos cuenta de cada momento.
Está bien contada, con buen ritmo. Tengo que reconocer que Jack Nicholson me enerva, no puede evitar preguntarme durante el film si hubiera mejorado con otro actor en su papel. Esta película esté hecha una vez más para mayor gloria suya. Como desde hace tiempo se interpreta a sí mismo: excéntrico, sarcástico, cínico. Con el paso de los años, se ha vuelto repulsivo. A pesar de todo, sólo es una molestia.
Lo dicho, fue un momento agradable, un buen recordatorio de que la vida es breve y única. No hay segundas oportunidades.
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