El Conde Lucanor, Don Juan Manuel

Imprime esta entrada Sigo con la literatura medieval. La novedad es que este libro ya no es en verso, sino en prosa que me costó al principio por encontrarla un tanto alambicada. Cuando me acostumbré, aprendí a apreciarla.

El Conde Lucanor es una obra dividida en cinco partes. La primera y más extensa son cuentos cortos y ejemplarizantes (51 enxiemplos). El conde Lucanor plantea diversas situaciones complicadas en las que se encuentra y su consejero Patronio les propone solución que ilustra con un cuento. Al final de cada historia hay una rima, casi como un refrán, que nos da la moraleja del caso. O sea, que aunque esté escrito en verso, sigue la misma mecánica que El Libro del Buen Amor y Los Milagros de Nuestra Señora. Hoy en día tendemos a pensar que es el hombre moderno el que ha inventado todo, el que ha compendiado todo la sabiduría, más o menos a partir del siglo XIX y del boom de las ciencias aplicadas. Sólo hace falta darse una vuelta por Mérida o leerse un libro medieval para darnos cuenta de cuán equivocados estamos y de la magnitud de nuestra ignorancia. Ya está todo inventado desde el principio de los tiempos. No sólo inventado, documentado también. Esta obra es un ejemplo más.

Lo que se me ha hecho muy, pero que muy cuesta arriba son las cuatro partes restantes. El segundo es un compendio de frases cargadas de sabiduría, muy condensado. Un peñazo, vamos.

La tercera y cuarta son acertijos, casi diría rompecabezas. Hay que ordenar las palabras en las frases para que éstas cobren sentido, y aún así, a veces no se consigue. Bueno, en esa época 1331 no tenían más distracciones (la gente acomodada, claro) que intentar sobrevivir (que no es poco), la caza y pesca, la guerra y poca cosa más, así que estos dos libros están bien para darle al magín. Sólo que yo ya quería acabar con él. La paciencia me desertó.

La última parte es una explicación de la fe y por qué hay que tenerla. Lo que me lleva a pensar que tal vez, ya de aquella, existían los ateos aunque se vieran obligados a disimular.

Alguien me había dicho que en Portugal se había hecho un gran esfuerzo por normalizar el portugués y alejarlo del español. Pienso que es exactamente al contrario. El castellano antiguo se parece bastante más al portugués actual que español de nuestros días. Naturalmente, no he leído nada en portugués antiguo, sólo en moderno. En castellano antiguo hay construcciones gramaticales, palabras y letras que perviven en el portugués de hoy. Me resulta un tema muy interesante el de la evolución de las lenguas y el por qué de esta evolución. Lástima que, por ahora, no disponga de tiempo para ahondar en el asunto.